Estoy desaparecida por el blog, lo sé, el examen de este jueves me tiene absorbida. El poco tiempo que me queda entre mirar presupuestos para la casa nueva, pisos para alquilar mientras nos hacen la casa, colegio para Clara para septiembre, programar el final de curso, horas de permanencia obligatoria en el centro que aprovecho para preparar mi examen, la casa, la compra, la ropa, la plancha, el cambio de armarios, la cocina, argggg. Hacen que lea los blogs que sigo pero que casi no comente y que tenga descuidado el mío propio, pero no quiero dejar de contar lo que me pasó.
Estaba yo en clase de 1º ESO hace un par de semanas, con la puerta abierta ya que aquí ya llevamos un mes de calor en las aulas, y más a las 14h que era la hora en la que estaba yo dando clase. Así que me encontraba escribiendo en la pizarra y contestando a un alumno que yo tenía mi izquierda, cuando de repente me giré y por la puerta de la clase entró un hombre adulto muy nervioso.
Se trataba del padre de una alumna, que no había venido a clase, y este hombre preguntaba por ella.
Controlé bastante bien la situación, me acerqué a modo de parapeto indicándole que no podía estar en el aula, que por favor saliera. Él preguntaba a las niñas, -las llamaba por su nombre- el paradero de su hija, y las niñas le decían que no había venido a clase hoy -lo mismo que le decía yo-. Conseguí con mi tono elevado hacerle entender que no podía estar allí y que se fuera.
Cuando salió, pegó un portazo en clase. Se hizo el silencio. Ese silencio que no consigo yo jamás en 1º ESO a las 14h. Nadie habló. Yo tuve que sentarme pues la situación fue muy muy incómoda.
Al final reaccioné y abrí de nuevo la puerta -no sin miedo de encontrármelo allí de nuevo- pero no estaba, así que el airecillo que entró nos distrajo un poco y retomé mi trabajo en la pizarra, echando la vista a mi derecha todo el rato.
En cuanto terminó la clase volé al despacho de Dirección a contar lo ocurrido. El Director se puso súper nervioso, lo pagaron los de Conserjería que habían dejado entrar al padre. Y ya se puso a llamar al padre por teléfono para decirle que lo que había hecho estaba mal y patatín y patatán.
En realidad no pasó nada pero claro, oyes cada cosa en televisión, que a mí después de hablar con el Director me dio el bajonazo y empecé a pensar que podría haber entrado con un arma... no quiero pensarlo más.
Su hija estaba con su madre, se están separando y no está siendo una separación amistosa -casi nunca lo es- y bueno, os ahorro detalles, pero al día siguiente, la nena vino a clase y me pidió disculpas por la intromisión de su padre -si es que es más mona-.
Una anécdota más, pero os juro que ahora mientras doy clase no puedo evitar mirar la puerta más veces que antes.