Si la memoria no me falla (cosa probable) este es el doceavo año que en mi familia llevamos haciendo el amigo familiar invisible. Todo empezó por empeño mío en hacer algo para Nochebuena, un regalito, un detallito que hiciese ilusión a los 8 que nos reuníamos, así que empezamos con un precio acordado de 1000 pesetas (madre mía qué mayor soy!).
De ahí fuimos subiendo de personas, ahora somos 12 -la familia aumenta-, y también de presupuesto, y además empezamos a turnarnos con familias políticas el día de la celebración.
Hoy hemos realizado la ya tradicional comida de los papelitos para mí el mejor día, mejor que el de los regalos, acudimos todos a la comida (paella por supuesto) nerviosos por el reparto del dichoso papelito. Tras la comida, en la sobremesa, la más pequeña de la casa, o sea yo, hace los papelitos previa explicación de los nombres ya que encontramos repeticiones del mismo nombre, jaja! originalidad al poder!!!
Así que después de repetir el proceso cinco veces, hemos conseguido que nadie se cogiese a sí mismo y hemos empezado la segunda parte: la pedida.
Pedida: dícese del momento en el que cada familiar dice pide lo que le gustaría de regalo.
Bueno, pues entre los papelitos y la pedida, hemos pasado 2 horas, entre cava, risas, tarta, gritos, baileys casero, turrones, canciones... Por eso me gusta este día!!!
¿Qué decir de mi amigo familiar invisible? pues nada, porque es eso: invisible. Ya lo contaré el 26 de diciembre, que este año, en mi casa toca Navidad.