EL HOMBRE DE LA BICICLETA
Cada mañana le veía ir por el
arcén de la carretera con su vieja bicicleta con un cajón atado en el
portaequipajes oxidado en el que iba un perrito que nos ladraba a todos los
coches. Siempre se fijaba en la vestimenta del viejo: pantalones arremangados,
alpargatas de esparto, camisa de cuadros, y gorra descolorida por el sol. Daba
igual la estación del año, siempre vestía igual.
Llevaba una semana sin verle, y
cada vez que atravesaba el kilómetro de la carretera en el que le solía ver le
embargaba una gran tristeza, ¿qué le habría pasado? Nunca lo sabría, o quizá
sí.
Muy bueno. Cada vez consigues atrapar más con tus microrrelatos.
ResponderEliminarUn saludo.
Esto parece más la sinopsis de una interesante novela...
ResponderEliminarBesitos guapa.
¿No lo sabía o no quería saberlo?
ResponderEliminarBonita historia... ¿Será la rutina la que os unió?
ResponderEliminarUn besazo
Muy bueno! Cuántas veces hemos tenido esas sensaciones. nos hemos hecho esa pregunta cuando alguien a quien estábamos acostumbrados a ver, de repente no lo vemos. Y cómo tememos esa respuesta...
ResponderEliminarBesotes!!!