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Ed. Planeta. 2012. 360 páginas |
Este es uno de los libros que pedí a Sandra Bruna, cuando nos ofreció la posibilidad a algunos bloggers de hacernos seguidores de su blog y de su página, y he de decir que no me ha defraudado nada.
Sinopsis
Álex es un cocinero de gran talento, pero su premiado restaurante, cuya peculiaridad reside en que no cocina con productos procedentes originariamente de América, está cada día más vacío. Es brusco, algo excéntrico y de pocas palabras. Annette es una joven canadiense que aterriza casi por azar en el restaurante de Álex, sin experiencia en cocina pero con un máster en antropología alimentaria bajo el brazo. Es dulce, enérgica y en su cabeza siempre bullen mil ideas. Son polos opuestos, sin embargo hay algo que ambos comparten: un oscuro pasado. Recetas, cazuelas y aromas aderezan la vida de los protagonistas: dos corazones rotos que encontrarán entre fogones el condimento de su propia felicidad. Ácida, fresca y chispeante, a la vez que tierna y enigmática, por las páginas de Sal de vainilla sobrevuela un misterio y una pasión contenida, pero también un amor incondicional por la cocina.
Opinión
Álex debe decidir si cerrar su restaurante porque nadie le aguanta pero un amigo informático le propone una ayudanta un poco especial que agitará la vida de Álex y despertará el viejo restaurante dormido. No voy a mentir, he llegado a odiar a este personaje, si le hubiese tenido delante le hubiese abofeteado hasta cansarme, aunque al final ha conseguido sacarme hasta alguna sonrisa.
Me ha encantado Annette, me la imaginaba super hippy al mando de la cocina, con la negra ayudándola en el comedor. Una imagen nada convencional pero a la vez muy familiar. Su acento español mezclado con su francés han hecho muy divertidas sus conversaciones con el resto de personajes.
Además sus comentarios sobre historia relacionados con la cocina han sido muy interesantes, tanto que incluso he comentado varios de ellos con mis alumnos. Y cuando un libro consigue esto, para mí es mucho.
Me comentaba una amiga que el personaje de la crítica gastronómica no pegaba nada en la historia, se trata de una lesbiana un poco borracha, muy manipuladora, que intenta hacer con Álex y con Annette todo lo que quiere. Y no os creáis, que lo consigue la tía. A mí sí que me parece que es un personaje necesario porque mete mucho lío entre ellos, aunque había veces que la habría ahogado bajo el agua.
¡Ojo! no es un libro para leer si se está a régimen, aviso, ya que no paran de hablar de recetas, de comidas... a mí se me hizo la boca agua en varios momentos de la novela.
El final me ha parecido perfecto, con su toque romántico pero con la dosis justa de irrealidad que a mí me gusta.
Conforme iba leyendo me parecía estar viendo un capítulo del programa de televisión Pesadilla en la cocina, no sé si habéis visto alguno, con esto no estoy hablando mal de libro.
Quizá no pase a la historia por ser una gran novela, pero yo he de decir que me ha encantado, ya se la he recomendado a mucha gente que sé que la va a a disfrutar tanto como yo, porque hay veces que apetece leer una historia ligera aderezada de grandes dosis de cocina y de finales felices.
Sinopsis
Álex es un cocinero de gran talento, pero su premiado restaurante, cuya peculiaridad reside en que no cocina con productos procedentes originariamente de América, está cada día más vacío. Es brusco, algo excéntrico y de pocas palabras. Annette es una joven canadiense que aterriza casi por azar en el restaurante de Álex, sin experiencia en cocina pero con un máster en antropología alimentaria bajo el brazo. Es dulce, enérgica y en su cabeza siempre bullen mil ideas. Son polos opuestos, sin embargo hay algo que ambos comparten: un oscuro pasado. Recetas, cazuelas y aromas aderezan la vida de los protagonistas: dos corazones rotos que encontrarán entre fogones el condimento de su propia felicidad. Ácida, fresca y chispeante, a la vez que tierna y enigmática, por las páginas de Sal de vainilla sobrevuela un misterio y una pasión contenida, pero también un amor incondicional por la cocina.
Opinión
Álex debe decidir si cerrar su restaurante porque nadie le aguanta pero un amigo informático le propone una ayudanta un poco especial que agitará la vida de Álex y despertará el viejo restaurante dormido. No voy a mentir, he llegado a odiar a este personaje, si le hubiese tenido delante le hubiese abofeteado hasta cansarme, aunque al final ha conseguido sacarme hasta alguna sonrisa.
Me ha encantado Annette, me la imaginaba super hippy al mando de la cocina, con la negra ayudándola en el comedor. Una imagen nada convencional pero a la vez muy familiar. Su acento español mezclado con su francés han hecho muy divertidas sus conversaciones con el resto de personajes.
Además sus comentarios sobre historia relacionados con la cocina han sido muy interesantes, tanto que incluso he comentado varios de ellos con mis alumnos. Y cuando un libro consigue esto, para mí es mucho.
Me comentaba una amiga que el personaje de la crítica gastronómica no pegaba nada en la historia, se trata de una lesbiana un poco borracha, muy manipuladora, que intenta hacer con Álex y con Annette todo lo que quiere. Y no os creáis, que lo consigue la tía. A mí sí que me parece que es un personaje necesario porque mete mucho lío entre ellos, aunque había veces que la habría ahogado bajo el agua.
¡Ojo! no es un libro para leer si se está a régimen, aviso, ya que no paran de hablar de recetas, de comidas... a mí se me hizo la boca agua en varios momentos de la novela.
El final me ha parecido perfecto, con su toque romántico pero con la dosis justa de irrealidad que a mí me gusta.
Conforme iba leyendo me parecía estar viendo un capítulo del programa de televisión Pesadilla en la cocina, no sé si habéis visto alguno, con esto no estoy hablando mal de libro.
Quizá no pase a la historia por ser una gran novela, pero yo he de decir que me ha encantado, ya se la he recomendado a mucha gente que sé que la va a a disfrutar tanto como yo, porque hay veces que apetece leer una historia ligera aderezada de grandes dosis de cocina y de finales felices.