Mis gafas

No sé si he comentado alguna vez que soy una firme defensora del uso de gafas.

Pues bien, lo soy. No sé a ciencia cierta desde cuando llevo gafas. Mi madre dice que me las pusieron a los tres, pero yo veo fotos de mí misma con gafas en los que creo que aún no tengo tres años...

Nunca he renegado de llevarlas, ni siquiera de pequeña, de verdad, de esto sí que me acuerdo, como también de que cuando íbamos a comprar unas nuevas nunca me dejaba ayudar ni por el/la óptico/a, ni por mis padres ni por naide (cómo me gustá esta palabra en caló, sobre todo cuando la canta la Niña Pastori)

Me prometí a mí misma que cuando tuviese un sueldo decente, me compraría varias gafas para poder ir combinándolas con la ropa, puesto que para mí es lo que son, un complemento más de moda.

Tanto es así que tengo cuatro pares ponibles, y digo ponibles porque además tengo unas permanentes en el coche, por si pasa algo, y unas de ir por casa que son las más viejas que conservo.

Hasta tal punto llega mi obsesión por ellas que jamás, y digo bien, jamás, he llevado lentillas. Recuerdo que cuando contaba con catorce años (ayyy, la edad del pavo total...) fui a mi oftalmóloga a ver qué tenía que hacer para llevar lentillas, y la mujer me hizo un estudio completo cuyo resultado fue que no tenía lágrima suficiente (que no tiene nada que ver con ser de lágrima fácil, que lo soy). Así que hasta ahí llegó lo más cerca que estuve nunca de llevar lentillas.

Mis gafas han estado y están presentes en todos los momentos importantes de mi vida puesto que siempre las llevo puestas, las llevé en la comunión, las llevo vestida de fallera y por supuesto las llevé el día de mi boda, unas gafas monísimas, blancas, perfectas! Fueron el regalo de mis tres amigas hermanas, qué detallazo!!!

Ayer fui a elegir con mis tres amigas hermanas unas gafas nuevas. Toca cambio de década dentro de muuuy poco, y con él llegarán unas nuevas gafas, regalo de mis padres, ¡qué regalo más bonito!

Espero tenerlas para el fin de semana, prometo foto!