Después de un duro día de mucho viento en la carretera; mucha guerra en clase (qué ganas tienen de vacaciones! no hay quien les aguante! -sí, yo!-); muchas charlas entre profesores apresuradas en pasillos sobre la nota impuesta a tal o cual chaval; mucha hambre por culpa de una cola enorme a la entrada de Valencia y mucha tristeza al recibir una penosa noticia...
Llego a casa a mitad tarde con ganas de descansar, de jugar con el gato, de sentarme a leeros, de desconectar de todo y entonces...
El mucho viento no sólo estaba en la carretera sino también en mi casa, el cual ha destrozado, l i t e r a l m e n t e, el armario del balcón, así que cuando he abierto estaban todos los productos de limpieza esparcidos por el balcón, además del armario hecho trizas, un golpe en la pared del balcón... puff. He terminado la tarde recogiendo todo y tirando la mitad de botellas reventadas a la basura, ¡qué planazo de tarde!
Sólo espero que nada haya salido volando y haya dañado a alguien o a algo, porque desde un séptimo y con este viento...
A veces nada sale como pensábamos
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